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La gestión del cambio en nuestra vida

Los cambios en las organizaciones y en la vida en general son indefectiblemente una constante. Ante ellos pueden aparecer sentimientos de incertidumbre, confusión, preocupación o incluso miedo, lo que, en los entornos organizacionales, puede tener una repercusión directa en las relaciones interpersonales y en el rendimiento.

En definitiva, estas reacciones son consecuencia directa de nuestras resistencias y se manifiestan en forma de tensión, negación o bloqueo mental, normalmente fruto de percepciones erróneas que nos hacen distorsionar la realidad o simplemente son inferencias y atribuciones por ausencia de información sobre los propios cambios.

La gestión del cambio en las personas pasa por reconocer estos síntomas, comprender su naturaleza y aprender a relativizarlos y reconducirlos.

Esto se consigue en dos etapas: primero analizando en qué fase del proceso de cambio nos encontramos (desconocimiento, resistencia, exploración, negociación, aceptación o compromiso). En segundo lugar, abordando estrategias de autogestión para ganar en operatividad, autoconfianza o incluso crecer, porque cualquier cambio puede ser una oportunidad más de aprendizaje.

Fases por las que pasamos las personas en los procesos de cambio:

1. Sorpresa. ¿Qué es esto? 

Al principio tenemos miedo de lo desconocido. No sabemos cómo va a afectarnos o lo que supone enfrentarse a ello. Por eso, establecer una comunicación clara desde el principio es clave para dar a conocer el cambio, explicar sus beneficios y acompañar en el proceso. Recuerda que comunicar no solo es hablar, también hay que escuchar, por lo que establecer canales de comunicación y figuras de referencia permitirá que las personas encuentren un espacio donde poder expresar sus frustraciones.

Apóyate en datos para tomar medidas de forma objetiva, pero escucha a las personas para aplicar cambios que sean efectivos.

2. Negación. Esto es un capricho que no funcionará.

Es indudable, nos cuesta cambiar. Para superar esta fase, debemos respaldar nuestras decisiones en datos que ayuden a las personas a ver cómo mejora su día a día. Por ejemplo, compartir casos de éxito, experiencias personales y evidencias de cómo aplicar el cambio, y el por qué se está llevando a cabo, pueden ayudar a superar este momento de negación.

3. Resistencia. Yo voy a seguir haciendo las cosas como siempre.

A pesar de todo, las personas somos «animales de costumbres». Una vez que hemos tejido nuestro mapa mental nos cuesta volver a cambiarlo. Es un proceso que requiere de añadir más puntos al tapiz de conocimientos de nuestro cerebro. Por eso, en esta fase cobra especial importancia enseñar la nueva forma de hacer.

Aprender cosas nuevas, requiere de teoría, pero sobre todo de práctica, el tiempo de adaptación y aprendizaje varía en cada persona, por lo que el seguimiento personalizado, el refuerzo de lo aprendido y ofrecer herramientas y recursos que apoyen en este proceso, serán nuestros mejores aliados para afrontar la resistencia al cambio.

4. Exploración. Por lo menos ahorramos un poco de tiempo…

Cuando podemos explorar lo desconocido, experimentar por nuestros propios medios nos da pie a comprender que realmente el cambio puede ser necesario. Implementar proyectos piloto, donde las personas puedan aprender haciendo, permitirá mejorar los procesos, reforzar el conocimiento adquirido y aportar valor al modelo establecido.

5. Aceptación. Algo estamos ganando con el cambio.

Estamos llegando al momento en donde el cambio se está implementando en la forma natural de hacer las cosas. Se empieza a ver la mejora, la eficiencia y los beneficios tanto personales como organizacionales. Es el momento de empezar a celebrar y compartir el éxito.

6. Compromiso. Merece la pena colaborar con el cambio.

Hemos llegado al final del proceso. Las personas se sienten comprometidas con la forma de hacer las cosas. Han evolucionado y reforzado sus conocimientos, y han desarrollado y adquirido nuevas habilidades.

El ciclo de la gestión del cambio. Un proceso sin fin.

El cambio se ha implementado….pero, ¿y mañana?

Los cambios no paran, cada día puede ser un nuevo desafío al que enfrentarnos, a nivel personal o profesional. Por eso, la mejor forma de evolucionar realmente es fomentar una cultura que abrece el cambio, que lo vea como algo natural.

Muchas frases se han construido para señalar la necesidad de adaptarnos e incluso adelantarnos a los cambios y, parafraseando a Vincent Peale, creador de la teoría del pensamiento positivo me quedo con la siguiente:

Cambia tus pensamientos y cambiarás tu mundo”.

En este artículo puedes puedes ampliar información sobre la técnica de la parada del pensamiento para aprender a controlar las emociones.