Hay personas que generan en la interacción con su entorno un gran número de  pensamientos distorsionados e irracionales que dan explicación parcial, sesgada, modificada, etc. de la realidad.

Distorsionamos la realidad cuando, por ejemplo, únicamente nos fijamos en aquello que hacemos peor y no en todo lo que hacemos (incluso eso que nos sale de manera excelente), cuando vemos las dificultades pero no las posibles soluciones, cuando utilizamos frases como «siempre me pasa lo mismo» , cuando algo nos parece insoportable y en realidad únicamente es molesto, cuando decimos «yo soy así y no puedo cambiar» en lugar de «yo me comporté así», cuando no disfrutamos con las pequeñas cosas agradables que ocurren cada día o cuando centramos nuestra atención de manera permanente en aquello que no nos gusta.

Estos pensamientos en general son fruto del aprendizaje y, por lo tanto casi «automáticos», marcan notablemente la forma en la que nos relacionamos con nosotros/as mismos/as y con los demás y pueden ser una fuente de infelicidad y estrés.

A veces tendemos a exagerar las consecuencias negativas de un suceso o situación y llegamos a realizar un análisis de tipo catastrofista, sufrimos por problemas que realmente no existen o acontecimientos que no han sucedido todavía. Para protegernos de ello es conveniente desarrollar un estilo cognitivo más optimista. Por otro lado es bueno “quererse y tratarse bien”. De ahí que sea positivo desarrollar nuestra autoestima y un estilo atribucional que nos haga poseedores de nuestros éxitos y nos permita aprender de nuestros errores.

Ante los hechos cotidianos las personas hacemos interpretaciones y nos damos explicaciones acerca de sus causas. Las explicaciones que damos a por qué nos ocurren las cosas que nos ocurren es nuestro estilo atribucional. Ello condiciona a quién hacemos, en general, responsable de nuestros éxitos y de nuestros fracasos.

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Se ha observado que las personas con problemas de autoestima suelen desarrollar el siguiente estilo atribucional:

  • Ante situaciones positivas (un logro o un éxito) hacen atribuciones externas, específicas e inestables. Es decir, ante algo que se ha logrado o realizado de forma positiva (p. ej. una buena presentación de un proyecto ante la dirección, la resolución eficaz de un determinado problema, etc.) piensa que ello es debido al azar o la suerte (causa externa) y que ha ocurrido puntualmente y no se repetirá ( es una respuesta específica e inestable).
  • Ante situaciones negativas (fracasos) realiza atribuciones internas, globales y estables. Es decir, ante un fracaso (p.ej. no lograr los objetivos marcados para un determinado periodo, cerrar una negociación por debajo de los márgenes deseable, etc.), la persona se dice a sí mima que es debido a su incapacidad o inhabilidad, que ocurrirá en más situaciones y que esto nunca cambiará.

 

Por tanto, en la mayoría de las ocasiones, para ser feliz no hace falta cambiar el mundo, ni si quiera a nosotros, sino nuestra forma de verlo, de vernos y de dialogar con nosotros mismos.